La terapia PEMF se perfila como una estrategia prometedora para mejorar los efectos cognitivos y físicos de la enfermedad de Alzheimer. Al fomentar la comunicación celular y crear un entorno propicio para la plasticidad neuronal, la terapia PEMF pretende mejorar la función cerebral general. Las investigaciones preliminares apuntan a su capacidad para aumentar el flujo sanguíneo cerebral, reducir la inflamación del cerebro y fomentar la formación de nuevas vías neuronales.

Aunque la investigación sobre la aplicación de la terapia PEMF al tratamiento del Alzheimer se encuentra aún en una fase incipiente, sus propiedades neuroprotectoras podrían complementar las modalidades de tratamiento existentes. Al centrarse en las bases biológicas del Alzheimer, la terapia PEMF para la enfermedad de Alzheimer está llamada a convertirse en un elemento fundamental de los enfoques asistenciales integrados, lo que pone de relieve la necesidad de seguir innovando y explorando en la lucha contra los trastornos neurodegenerativos.