Reducción de la inflamación:

La inflamación es una característica distintiva del lupus, que provoca dolor, hinchazón y daños en diversos tejidos y órganos. La terapia PEMF ayuda a reducir la inflamación al influir en los procesos celulares que median en las respuestas inflamatorias. Esto puede reducir el dolor y la hinchazón y, potencialmente, disminuir el riesgo de reagudizaciones.

Alivio del dolor:

La terapia PEMF está reconocida por sus propiedades analgésicas. Al modular las cargas eléctricas de la membrana celular y aumentar la producción de endorfinas, puede aliviar significativamente el dolor crónico que padecen muchos pacientes de lupus.

Mejora de la circulación:

La mejora del flujo sanguíneo es otro beneficio clave de la terapia PEMF, ya que favorece la oxigenación y el aporte de nutrientes a los tejidos. Esto es especialmente beneficioso para los pacientes de lupus, ya que ayuda a favorecer y acelerar el proceso de curación durante y después de los brotes.

Modulación del sistema inmunitario:

Como enfermedad autoinmune, el lupus implica un sistema inmunitario hiperactivo. Se ha demostrado que la terapia PEMF ayuda a modular la actividad del sistema inmunitario, lo que puede ser beneficioso para controlar las reacciones autoinmunitarias y reducir potencialmente la gravedad de los síntomas.