Reducción de la inflamación:

La inflamación es un factor importante en la progresión y la gravedad de los síntomas de la EM. La terapia PEMF ayuda a reducir la inflamación modulando la actividad de las células implicadas en la respuesta inflamatoria. Esto puede conducir a una reducción del dolor y la rigidez, y a una disminución de las nuevas lesiones inflamatorias en el sistema nervioso.

Mejora de la reparación nerviosa:

Se ha demostrado que la terapia PEMF favorece la regeneración de los nervios y la reparación de la mielina, lo que es fundamental en enfermedades como la esclerosis múltiple, en la que se produce desmielinización. Los campos electromagnéticos pueden estimular la producción de factores de crecimiento y mejorar el proceso de reparación de las células nerviosas dañadas.

Mejora de la circulación:

Un mayor flujo sanguíneo garantiza un mejor aporte de oxígeno y nutrientes a todas las partes del cuerpo, incluido el sistema nervioso. Para los pacientes con EM, la mejora de la circulación puede ayudar a reducir la fatiga y favorecer el funcionamiento de los nervios dañados.

Tratamiento del dolor y la espasticidad:

Muchos pacientes con EM sufren dolor crónico y espasticidad muscular. La terapia PEMF puede aliviar estos síntomas relajando la tensión muscular e interrumpiendo las señales de dolor que llegan al cerebro, lo que supone una opción no farmacológica para aliviar el dolor.

Aumentar la energía y el estado de ánimo:

La fatiga y los trastornos del estado de ánimo son frecuentes en la EM. La terapia PEMF puede influir en la producción de energía celular, mejorando los niveles generales de energía, al tiempo que ayuda a estabilizar el estado de ánimo y aliviar los síntomas depresivos.