Efectos neuroprotectores:

La terapia PEMF se ha estudiado por sus posibles efectos neuroprotectores, que pueden ser especialmente beneficiosos para los enfermos de Parkinson. La terapia puede ayudar a ralentizar la degeneración de las células nerviosas y estimular la producción de neurotransmisores, mejorando la función neuronal y reduciendo potencialmente la gravedad de los síntomas motores.

Reducción de la inflamación:

Se cree que la inflamación crónica desempeña un papel en la progresión de los trastornos neurológicos, incluido el Parkinson. La terapia PEMF ayuda a reducir la inflamación a nivel celular, disminuyendo potencialmente el estrés sobre las neuronas y favoreciendo la salud cerebral.

Mejora de la producción de energía celular:

Las mitocondrias, conocidas como las centrales energéticas de la célula, son cruciales para mantener una función neurológica saludable. La terapia PEMF puede mejorar la función mitocondrial, aumentando así los niveles de energía celular. Una mayor producción de energía puede ayudar a mantener la salud neuronal y mejorar el funcionamiento general del sistema nervioso.

Mejora de la circulación y la oxigenación:

Mejorar el flujo sanguíneo y la oxigenación es vital para la salud del cerebro. La terapia PEMF mejora la circulación, garantizando que llegue más oxígeno y nutrientes al cerebro, lo que puede ayudar a aliviar los síntomas del Parkinson y apoyar las funciones cognitivas.

Alivio de la depresión y la ansiedad:

La depresión y la ansiedad son frecuentes en los pacientes de Parkinson. Se ha demostrado que la terapia PEMF tiene efectos estabilizadores del estado de ánimo, lo que puede mejorar el bienestar general y la calidad de vida de las personas que experimentan estos problemas emocionales.